La revista Nature publicó un artículo en 2004 que revisaba un estudio (Endurance Running and the evolutionof Homo) el cual aportaba indicios de que no solamente estamos bien preparados para la carrera de larga distancia, sino que nuestro organismo ha sufrido adaptaciones evolutivas que solamente cobran sentido en el marco de la carrera.
Observando la naturaleza, el ser humano es un pésimo velocista. Los mejores velocistas del mundo son capaces de mantener una velocidad de 10m/s durante 15 segundos, cuando otros mamíferos como los caballos, los galgos o los antílopes pueden mantener velocidades de 15-20 m/s durante varios minutos. Además, correr tiene un coste energético superior para los humanos que para cualquier otro mamífero de su mismo peso. Pero parece ser, según los últimos estudios realizados al respecto, que sí existe una actividad en la que no somos tan malos: la carrera de resistencia ¿Qué nos hace pensar que es así?
En primer lugar el estudio anteriormente mencionado identifica una series de características evolutivas que nos alejan de otros primates y que son comunes con otros animales corredores. Es decir, que algunos de los cambios que hemos ido sufriendo durante millones de años pueden entenderse si pensamos que, en un momento de nuestra historia, correr era una necesidad vital para la supervivencia. ¿Qué tipo de rasgos o características nos identifican como corredores?
Menor coste energético durante la carrera, aprovechando la energía elástica de los tejidos (p.e fascia plantar, tendón de aquiles) o reduciendo la masas de las extremidades (pies más cortos y compactos, antebrazos más cortos). Otros permiten soportar mejor las fuerzas reactivas del suelo durante la carrera, que pueden ser entre 2-4 veces el peso corporal (mayores superficies articulares en columna, cadera y piernas para repartir mejor las cargas). Al correr, las necesidades de estabilización aumentan respecto al caminar (lo que podría explicar el desarrollo del glúteo y la musculatura extensora de la columna para estabilizar el tronco. la disociación de la cabeza de la cintura escapular o el estrechamiento de la cadera). Por último, la termo-regulación es un aspecto muy importante para la carrera, pero no tanto para la marcha. A diferencia de otros animales, sudamos mucho. Esto nos permite hacer actividades a una cierta intensidad en climas o bajo de temperaturas que otros mamíferos no podrían soportar (el sudor, la perdida de pelo, sistemas de ventilación craneales son algunas adaptaciones que hemos sufrido).
En segundo lugar, según el estudio, los motivos de esta evolución tienen que ver con la caza, ya que la carrera sirvió al Homo a través de la misma obtener una dieta más rica en grasas y proteínas. Resumiendo, según este estudio, existe evidencia de que algunos rasgos del cuerpo humano se han desarrollado específicamente para facilitarla carrera de resistencia, y que no tendrían su razón de ser en una especie que solamente utilizase la marcha como la forma de locomoción.
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